Hablemos de luces, hablemos de nada, hablemos de cosas de
verdad...de lo mortal
Bueno, a petición de mi profesor de redacción (bueno, quizás no) y sin una razón aparente por el momento para escribir, pero con los ánimos (temporalmente) para hacerlo he decidido abrir este blog. :D
Les dejo mi primer trabajo del parcial, Tal vez no es lo mejor, pero hago el intento, ¿no creen?
LA FUGA DEL RECUERDO
Introduccion:
Barberio estaba bien, pese al plomazo. Bueno, sentía chistoso el pecho al respirar profundo y su rodilla era un asco, pero ya antes lo habían perforado y aún vivía para contarlo. Por ahora era libre, con eso bastaba. No lo encerrarían de nuevo, se juró en silencio, si tenía tan mala suerte y lo habían seguido hasta aquí, se metería el revólver en la boca y jalaría el gatillo. No volvería a una celda, al menos no con la tapa de los sesos puesta. Al cruzar la ventana, cayó en el interior de la vieja bodega.
EL COMIENZO DEL FIN
La oscuridad y lo amplio de la bodega no le permitía distinguir con claridad los objetos, era como un juego de sombras, cada una de forma irregular, tétrica y prácticamente indistinguible. Barberio se mantuvo en pie unos segundos hasta que perdió el equilibrio y calló torciéndose por completo su pierna izquierda, la única que no había sufrido un daño. – ¡Esto es el colmo! se dijo a sí mismo soltando una fuerte carcajada, tal vez de nerviosismo, sarcasmo o una simple reacción involuntaria, eso no importaba el dolor aún no era manifiesto en su cuerpo, tenía que buscar un lugar en aquella bodega lo suficientemente apropiado para ocultarse. Con sus manos palpó el piso para evitar golpearse y comenzó arrastrarse hacia una parte que vislumbraba, iluminada tenuemente. Al principio solo lo guiaban las diferentes texturas que sus manos sentían, objetos fríos, al parecer de metal lo hicieron intuir de inmediato que no se encontraba en una bodega común, sino en una especie de refaccionaria o algo así.
En efecto, cuando se acerco un poco más a la parte iluminada se dio cuenta que no estaba tan equivocado, la luz provenía de una vieja bombilla que alumbraba escasamente, había un calendario en la pared con algunos días del mes tachados, autos viejos desarmados por completo así como diferentes partes de los mismos esparcidas por el suelo, grasa embarrada por doquier - tal vez la causante de mi repentina caída, pensó- un fuerte olor a tiner entremezclado con gasolina y un pequeño banco donde decidió sentarse, después de mucho esfuerzo.
Aquella sensación de cosquilleo se desvanecía y era sustituida por un fuerte dolor, como si fuera atravesado por cientos de agujas a la vez, su camisa azul rey se tornaba negra con el color de su sangre al igual que su rodilla
-Seguro de esta no me salvo, ¡lo único que me llevara de aquí será la muerte!
Se repetía una y otra vez, tratando de convencerse de que no lo encontrarían. Una especie de transe provocada por su constante repetición se apodero de sus pensamientos, era como si una parte de él regresase al pasado, similar a las clásicas películas en las que antes de la muerte el protagonista revive todas sus experiencias relevantes, pero con una gran excepción, en este caso solo venían a su mente los recuerdos de su primer robo y lo que había pasado horas antes, solo eso, ¡como si su vida solo hubiera sido eso!, solo 2 simples capítulos, para nada satisfactorios…
UN TORMENTOSO PASADO
El primer recuerdo no era del todo claro, imágenes sueltas como las de un rompecabezas que trataban de encajar en un aparente suceso, al parecer desagradable; una casa deshabitada repleta de patrullas, un pequeño niño con sus manos y pies atados, todo aunado al irritante sonido de sus lloriqueos, la voz resonante del policía en el altavoz acusándolo de múltiples crímenes y Barberio de pie, con un sudor frio, su rodilla sangrando y apuntando su arma el cráneo de aquel inocente. Un sonido estremecedor y lágrimas escurriendo por sus ojos lo hicieron cambiar dicha escena de su mente sobreponiendo otra, la más reciente, el escape de su tormento, de un castigo bien merecido que se negaba a aceptar, como un niño rebelde que no quiere acceder a hacer su tarea.
Soledad… eso era lo que Barberio sentía a diario, evitaba a sus compañeros reclusos, asimilando el papel de un leproso, un antisocial. Desde su entrada a la prisión solo se concentraba en algo, encontrar el modo de salir, de ser libre…
Tras mucho planearlo por fin lo había conseguido, las heridas hechas por aquel policía anciano no lo detendrían , la patrulla robada que con esfuerzos conducía era casi un milagro con semejantes lesiones.
Su gran treta, planeada durante toda su estancia en la prisión se derrumbo cuando dio la vuelta en un distrito casi desierto y dio un semi-brinco para bajar de la patrulla con el propósito de engañar a la policía y encontrar un escondite, la bodega.
LABODEGA… LA REALIDAD
El recuerdo de Barberio se corto de tajo cuando escucho a lo lejos el peculiar sonido de las patrullas , su respiración se agitó y su cuerpo comenzó a temblar de una forma desmedida, quizá por el presentimiento de que sería encontrado o por la gran pérdida de sangre en su cuerpo, no estaba seguro, de hecho, ni siquiera pensaba en eso, mantenía la mente una especie de barrera temeroso de que los policías pudieran escuchar su propio pensamiento, era un grado de paranoia silenciosa que no podía controlar.
Todas las patrullas siguieron el rastro del auto con excepción de una que se detuvo en una esquina. De ella bajó un tipo alto, de complexión media, aquel hombre denotaba madurez y rigidez por su cabello cano, las arrugas a un lado de sus pequeños ojos grises y su bigote con un corte no acorde a la época. ¿Por qué razón había bajado en ese lugar?, fácil, solo el sabia que el prófugo estaba herido y el pavimento mostraba claramente un hilo de sangre, sangre con un cierto resplandor plateado ante el reflejo de su linterna.
El policía siguió este rojo camino hasta encontrar una puerta entreabierta, introdujo por aquella abertura su linterna y posteriormente en una actitud defensiva su arma, miró por la pequeña en todas las direcciones que le eran posibles pero no se percató de nada fuera de lo común, aun así tenía que cerciorarse de que el “prófugo 23AK” no se encontrara ahí. Él lo conocía perfectamente, un tipo enclenque a pesar de sus piernas bien formadas, diseñadas para correr un maratón si se lo propusiese (que ironía), con el cabello café, muy corto después de su estancia en la prisión y ojos grandes como los de un búho al asecho de su presa. Y qué bueno que lo conocía, porque de no haber sido por Barberio, El, Jorge Martínez no tendría su cargo actual como comandante. Fue gracias al aprisionamiento de Barberio, el homicida múltiple, que lo habían ascendido. Pero bueno, eso era irrelevante por el momento, su objetivo era encontrarlo.
Entro a la bodega y reviso cada lugar que su linterna le permitió ver, fijo la vista hacia la esquina izquierda de la bodega ya que la iluminación era diferente, la unica completamente visible. Se acerco con mucha precaución, evitando caerse y con un gran asombro vio un charco de sangre y un hombre sobre él, en efecto, era el prófugo 23AK, se mantenía inmutable, como si estuviera durmiendo, el comandante Martínez saco un cigarro de su bolsillo lo encendió y con su teléfono llamo a las demás patrullas, el operativo había acabado. Miró a Barberio durante unos minutos, sonrió y dejando caer la colilla del cigarro murmuró –Conseguiste lo que querías, a pesar de todo… eres libre.
IN LAK´ECH! :D